¿Qué es la astrología?

La Astrología nació hace unos cinco mil años. Los pastores caldeos, al observar la Luna y darse cuenta de la periódica aparición de sus fases y de la sucesión de las estaciones, concibieron la idea de que el ritmo de los grandes espacios siderales podía ejercer una cierta influencia sobre la Tierra y sus habitantes.

Así sobre esta base, los primeros hombres ansiosos de saber, iniciaron sus estudios, investigaciones y verificaciones que, andando el tiempo, daría lugar al nacimiento de las ciencias actuales que hoy tanto nos enorgullecen.

Hoy día son muy pocas las personas cultas y de espíritu abierto que discutan que las fuerzas cósmicas o las radiaciones, si así quiere llamarles, influyan en el carácter de los seres humanos y, por lo tanto, en su comportamiento.

Parece bastante probable que la Astrología tuviese su origen en la adoración de la Luna, en la que, dicho sea de paso, todavía se basan los astrólogos japoneses para establecer sus horóscopos.

Durante la prehistoria, a lo largo de generaciones, el hombre primitivo tuvo ocasión de contemplar, noche tras noche, la procesión de los astros en el firmamento. Fue así como aprendió a reconocer a los planetas, a las estrellas y a las constelaciones, dándoles los nombres de los espíritus con figura animal, que él adoraba y a los que ofrecía sacrificios para ganarse su protección y favores.

Posteriormente, la Astrología se desarrolló con rapidez, sobre todo en los pueblos sedentarios y agrarios, que observan el cielo por razones no sólo espirituales, sino meteorológicas, habida cuenta de su interés por lograr buenas cosechas.

Hay que admitir que en sus comienzos la Astrología tuvo el carácter de fe sanguinaria, con ribetes de religión, llegándose al caso de practicarse incluso, sacrificios humanos cuando se producían hechos marcadamente adversos, o cuando en los cielos se producía algo tan aparatoso y sorprendente para las mentes primitivas como podía ser un eclipse de luna o de sol.

Sin embargo, con el desarrollo del Imperio Babilónico, los astrólogos se dedicaron a funciones más prácticas y efectivas. Así nacieron, por ejemplo, las Matemáticas y los primeros calendarios.

En esa época se alzaron los primeros observatorios astronómicos, las torres Zigurats, la Gran Pirámide de Egipto, la cual no es un simple monumento funerario como se creyó durante mucho tiempo, sino un auténtico monumento que acogía gran cantidad de experiencias científicas y que resume parte de los conocimientos de la época.

En el siglo VI a. de C. la Astrología ya había tomado carta de naturaleza en Grecia, donde se le denominaba Apotelesmática. Entonces, se adoptó el Zodíaco solar que, desde aquella época, ha sido el utilizado por los astrólogos de Occidente. También fue en la Hélade donde se atribuyó a los planetas la personalidad de los dioses del Olimpo, que con los nombres latinos aplicados posteriormente por los romanos, han llegado hasta nuestros días.

Durante la época imperial, los astrólogos estuvieron sometidos al capricho y a las veleidades de los césares; luego, con la aparición del cristianismo y a medida que la nueva religión se extendía hasta llegar al mismo trono, la situación de los astrólogos no hizo más que empeorar, hasta el punto de ser perseguidos, deportados o ejecutados.

Otros pueblos antiguos, estrechamente vinculados a la Astrología, fueron los Celtas, los Britanos y los Galos, cuyos sacerdotes, los Druidas, aparte de atender el culto y de ofrecer sacrificios, de actuar como jueces y como médicos, tenían a su cargo la educación de la juventud a la que enseñaban las disciplinas científicas entonces conocidas, sin olvidar hacer patente la inmortalidad y transmigración de las almas, de un cuerpo a otro, así como la importancia que tenía el conocimiento de los astros y sus movimientos para poder formular augurios y practicar la adivinación.

Las invasiones de los Bárbaros y la caída del Imperio Romano, obligaron a la Astrología a refugiarse en los monasterios o en reductos ocultos, sobreviviendo como pasatiempo secreto de quienes se consideraban a sí mismos como auténticos elegidos. Sin embargo, paralelamente, crecía el conocimiento de la Astrología en el mundo islámico, destacando el nombre de Albatenio (850-929) que inventó el sistema de las Casas Celestes, el cuál, tras sucesivas variaciones introducidas por los propios musulmanes, por los hebreos, por italianos y alemanes, ha llegado hasta nuestros días.

La Astrología continuó teniendo ilustres adeptos durante los siglos siguientes, haciéndose preciso significar la importancia que tuvo el famoso Nostradamus, cuyas profecías, objeto de estudio de interpretación, han gozado de renovada fama hace muy pocos años merced a la publicación de un libro escrito por Charles de Fontbrune, el cual tras muchos años de trabajo y utilizando los métodos más modernos, ha conseguido un verdadero best-seller con sus predicciones sensacionalistas en las que hace clara referencia al ya inminente y apocalíptico fin del mundo.

Viene esto a demostrar que el paso del tiempo no ha relegado a la Astrología al rincón del olvido, sino que en las ya casi postrimerías del siglo XX, goza de gran predicamento entre la gente, sin limitación de clases sociales.

Entre los practicantes de las ciencias astrológicas o figurando como protectores de los seguidores de éstas, lo mismo se cuentan Papas, como Julio II, León X y Clemente VII, que reyes y emperadores como Alfonso X el Sabio, Francisco I de Francia, Catalina de Médicis, Carlos V de Alemania, Napoleón Bonaparte, etc.

Desde el más crédulo de los campesinos hasta el más encopetado personaje a lo largo de los siglos, el número de astrólogos y de sus seguidores no ha hecho más que crecer, destacando figuras como las de Ptolomeo y Copérnico, al igual que entre la pléyade de artistas, lo mismo aparece en el autor de La Divina Comedia, don Francisco de Goya o Sir Arthur Conan Doyle. También, entre los políticos más recientes cabe citar la figura del terrible Adolf Hitler, y la segunda esposa del general Perón, que durante su mandato presidencial en Argentina tuvo a su lado su brujo particular.

¿Están relacionadas las Constelaciones familiares y la astrología?
La necesidad del ser humano por adelantarse a los acontecimientos del porvenir hace que personas incautas caigan en manos de astrólogos, tarotistas y/o videntes, que sin tener un verdadero conocimiento de la profundidad de la astrología, se basan en la adivinación del destino como si de un ente inamovible se tratara.

Debemos comenzar diciendo como curiosos de la astrología que somos, que la búsqueda de la información del futuro a través de ella es un absurdo.

Los horóscopos son una buena herramienta para el estudio de la personalidad de cada individuo, pero saber sólo el signo solar, (el signo por el cual pasó el sol en el momento de nacimiento, y  que está señalada en los días del mes que sirven de límite de dicho signo), no nos va a dar un fiel reflejo de la personalidad del sujeto. Es como pretender que todos los que se llaman Pepe van a tener el mismo destino. De ahí la sandez de consultar el horóscopo del periódico para ver qué tal va a ir el día. Como juego está bien, pero vivir la vida en base a que el horóscopo de turno sea una probabilidad real es una incongruencia.

Para entender el horóscopo de forma real, como investigación de la personalidad hace falta que un buen astrólogo realice la carta astral completa. Para poder ver todos los aspectos que componen el carácter de una persona es necesario saber en qué planeta está situado cada signo, el ascendente, el descendente, las casas, como están aspectados…, etc.

Éste sistema si nos puede dar un estudio aproximado y en muchas ocasiones (depende del astrólogo), bastante certero de la personalidad. Ya que ser poseedor de una carta astral bien hecha, es como tener delante el mapa de la configuración de las radiaciones que la persona recibió el día de su nacimiento. Esto tiene mucha más importancia de la que creemos ya que si la luna es capaz de influir en las mareas, en los líquidos del organismo… Si cuando cambia la luna aumenta el número de partos, incide en las menstruaciones… ¿cómo no van a influir la fuerza  del resto de los planetas en la personalidad del ser humano?

Ahora bien, las constelaciones familiares no se apoyan en la astrología. Es más, no tienen nada que ver. No podemos hablar por todos los terapeutas de constelaciones porque no tenemos el honor de conocerles a todos, pero si podemos decir que en nuestros talleres, en nuestras sesiones, no utilizamos la astrología como una herramienta de resolución de los conflictos.

Las constelaciones familiares no son un oráculo, son una terapia. No nos gustan los oráculos. Nadie puede saber a ciencia cierta el destino de nadie. Una persona puede tener una tendencia caracterológica o temperamental, pero esta tendencia se puede cambiar. Para eso están las constelaciones, para trabajar la tendencia que es impulsada por el inconsciente que se manifiesta con la repetición constante de patrones, de situaciones. Al ser trabajados, estas tendencias cambian y los patrones también. Esto beneficia un cambio automático en el destino de la persona que realiza un trabajo personal con las constelaciones.

Los horóscopos indican lo que el sujeto muestra a los demás de sí mismo, lo que el individuo ha aceptado como una verdad inapelable, de su personalidad y  forma de comportarse. Pero con las constelaciones lo que obtenemos es que cada ser humano, trascienda lo que cree que es, lo que se supone que debe hacer, y empiece a conectar con la verdad, escuche a su corazón y no a su ruido mental, para ser libre. Las constelaciones ayudan sobre todo, a liberarse del miedo a un destino difícil, porque con el trabajo terapéutico que se realiza a través de las constelaciones, cada persona se da cuenta de que puede crear y manifestar su propia realidad.

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