¿Constelaciones familiares gratis?

¿Por qué tengo que pagar por realizar un trabajo de crecimiento personal? ¿Por qué tengo que desembolsar dinero para mejorar espiritualmente? ¿No es el alma algo inherente al ser humano y por lo tanto, no estoy en mi derecho de recibirlo gratis? Si no tengo dinero, ¿por qué tengo que realizar un esfuerzo económico para estar mejor?


El gran inconveniente que impide a algunas personas realizar un trabajo de crecimiento personal es el dinero.

Las constelaciones familiares no son una excepción.

El dinero es una energía más, no hay que darle más valor que el que tiene. Pero es un síntoma importante de como sentimos la abundancia en nuestra vida, y cómo nos relacionamos con ella. La seguridad y la tranquilidad no la da el dinero, más bien es la consecuencia de ello.

De nada sirve tener mucho dinero, si se vive con una sensación perpetua de miedo a perderle. Hay personas que aunque estén sentados sobre una montaña de oro todavía quieren más. Tienen un profundo sentimiento de pobreza y escasez, y no lo disfrutan. Retienen el dinero como si les fuera la vida en ello.

Ser espiritual no es sinónimo de pobreza, ni de escasez. Más bien al contrario. La verdadera sanación comienza cuando entendemos que somos la abundancia y que nos la merecemos, para poder repartir con los demás. El terapeuta tiene que tener esta lección bien aprendida, para poder compartir con los demás.

¿Puede el terapeuta responsabilizarse del pago de las sesiones?

Tenemos muy claro como terapeutas que somos que no podemos salvar a nadie. No es el terapeuta el que realiza la sanación: es el propio individuo con su corazón el que se transforma.

El terapeuta sólo acompaña al paciente en su camino, para indicarle cómo llegar más fácilmente a la meta. Para ello tiene que haber sanado previamente.

Dentro de la responsabilidad del terapeuta se encuentra la de invertir en realizar los estudios necesarios, el compromiso terapéutico con la persona, la dedicación plena, y sobre todo la honestidad, para no engañarse a sí mismo, y por lo tanto al paciente. Nosotros realizamos nuestro trabajo con el corazón, para que las personas que se ponen en nuestras manos mejoren lo antes posible.

El dinero no es el fin que buscamos al realizar nuestro trabajo. Nuestra verdadera meta es la sanación de la persona.

Como hemos dicho anteriormente, no es el terapeuta el que sana con una varita mágica. Es cierto que su intención es muy importante. Pero sin duda, lo más necesario es el compromiso del cliente con la terapia.

Para que la sanación se lleve a cabo, la persona tiene que ser responsable de su proceso terapéutico.

El terapeuta no tiene por qué asumir el gasto de la terapia del usuario. No es su padre ni su madre. Si asume ese papel está traspasando una línea que tiene que ver con la dignidad del alma de la persona.

En los años de experiencia que tenemos hemos tratado con todo tipo de gente. En algunos casos hemos ofrecido la terapia gratis a personas que no la podían pagar. Pues bien, en el 90% de los casos se han sentidos incómodos.  Nunca más han vuelto.

¿Dónde se encuentra el origen de la sensación de escasez?

Si una persona no tiene dinero es porque inconscientemente hay un patrón fuerte de escasez y falta de merecimiento. Estas creencias muchas veces ni siquiera son de la persona.

El origen está en los ancestros, y en el correcto equilibrio entre dar y recibir. Cuando un individuo no ha recibido de sus padres, suele no querer recibir de nadie más. Esta tendencia parte de lo más profundo de su inconsciente.

Por lo tanto al recibir de un extraño, va a sentir rechazo e incluso desconfianza. Es difícil para las personas con este tipo de patrones, entender la razón de ese regalo.

No debería ser así, pero el ego necesita que haya un correcto equilibrio entre dar y recibir. Para poder soltarse, para entender que se merece ser sanado.

También se da una profunda sensación de deuda en el cliente, al que creemos ayudar ofreciéndole gratis la terapia.

Aunque creamos que estamos haciendo bien a la persona, no es así. En realidad le estamos quitando la libertad dentro de la relación terapeuta-paciente.

En estos casos el interesado se va a ver condicionado por el supuesto favor que le está haciendo el terapeuta. Pudiendo sentirse hasta coartado en su decisión de no querer seguir adelante con la terapia.

Los regateos, trapicheos y mentiras a la hora de pagar están mostrando, que la persona siente que puede regatear con su sanación. Y por lo tanto no está jugando limpio con su propia alma.

En estos casos el terapeuta no tiene porqué tomárselo de forma personal, porque no lo es. Es un síntoma más dentro de los bloqueos de la persona.

Pero si está obligado a situarse dentro de su propio espacio. El único bien posible es el de marcar los límites al cliente y tratar de enseñarle lo que es la responsabilidad sobre su sanación. Porque al final está afectando a su vida en general.

No importa el dinero, no importa que escoja la opción de no volver. Lo único que importa es que no perdamos el sentido y el fin de la terapia: indicar a la persona el camino hacia su propio corazón.

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